La Bodeguita


29 de marzo de 2011

Belzebuth


Mi alma, celeste columna de humo, se eleva hacia

la bóveda azul.

Levantados en imploración mis brazos, forman la puerta

de alabastro de un templo.

Mis ojos extáticos, fijos en el misterio, son dos lámparas

de zafiro en cuyo fondo arde el amor divino.

Una sombra pasa eclipsando mi oración, es una sombra

de oro empenachado de llamas alocadas.

Sombra hermosa que sonríe oblicua, acariciando los sedosos

bucles de larga cabellera luminosa.

Es una sombra que mira con un mirar de abismo,

en cuyo borde se abren flores rojas de pecado.

Se llama Belzebuth, me lo ha susurrado en la cavidad

de la oreja, produciéndome calor y frío.

Se han helado mis labios.

Mi corazón se ha vuelto rojo de rubí y un ardor de fragua

me quema el pecho.

Belzebuth. Ha pasado Belzebuth, desviando mi oración

azul hacia la negrura aterciopelada de su alma rebelde.

Los pilares de mis brazos se han vuelto humanos, pierden

su forma vertical, extendiéndose con temblores de pasión.

Las lámparas de mis ojos destellan fulgores verdes encendidos

de amor, culpables y queriendo ofrecerse a Dios; siguen

ansiosos la sombra de oro envuelta en el torbellino refulgente

de fuego eterno.

Belzebuth, arcángel del mal, por qué turbar el alma

que se torna a Dios, el alma que había olvidado las fantásticas

bellezas del pecado original.

Belzebuth, mi novio, mi perdición...

1 de marzo de 2011

La liebre y la tortuga


Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:

-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.

Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.

LLegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vió como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.



Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.

Hoy se ha ido


Hoy se ha ido el instante en tu mirar
hoy recuerdo tus sonrisas como la brisa apacible
que memorables son tus ojos que memorables son aquellas palabras
te has vuelto como un pequeño pedestal, que se ha resquebrajado en mil trizas
dulce niño en tu mundo solo cabe la ironía el sueño endeble las poesías irreales
pero aun así te recuerdo...

Quieres parecer simple apacible, pero tus lágrimas ya no existen, tus ojos no lloran, no sienten no vibran
¿Que ha pasado que has perdido esa capacidad? pobre niño de dulces sueños efímeros. Elocuente engañas a la poesía engañas a la música. Con tus palabras falsas que pretendes al soñar con instantes inconclusos.

El recuerdo es breve, se muere de a poco lánguido y triste se retira. Como eres tan pequeño en tus ojos vibran en seres de otra faz .Como engañas, como mientes como concluyes en falsas utopías. Pobre niño aun creí en ti. Pero demostraste tus mentiras tus faltas son solo el reflejo de cruel alma. Pequeño es tu corazón de piedra y eres un cazador de sueños que te los llevas para culminar con tus creencias...

Culminas en la falsedad en un misterio inconcluso. ¿Qué sueños tan malditos te han llevado hacia la irónica maldad? Mientes constante e impasible ¿Como piensas mantener tu faz?, mas las palabras son solo señas de la verdad tras de ti. Pequeño inconforme materializas el porvenir de los sueños ajenos los limitas hacia tu potestad de malignas intenciones. Pareces un niño pero tú eres el infierno maldices todo dañas y destruyes a tu paso al que piensa en amarte. Eres un sueño inconcluso maldito de ironías y blasfemias. Vete con tus mentiras el mar te alejara lentamente como vibrante marea roja, que destruyo todo a su paso. Hoy te vas el mar te aleja el recuerdo se muere...